TROZOS DE HISTORIA



 TROZOS DE HISTORIA

Pisaba trozos de la historia, de eso fui consciente desde el primer momento de mi llegada a Egipto, por que allí todo es eso…historia.

Y mi vida cambio de latidos, siendo más pausados y calidos, más sentimientos que miradas, mas cambiar comida por visitas, y descanso por sueños.

Mi visita a las pirámides de Giza fue un sueño echo realidad, había estado tantas veces allí desde mi casa, que cuando llegue llore, no puede evitar la emoción que me embargaba, y el sentir que había regresado a mi tierra de otras vidas. No pude notar sus ocho caras, eso se ve simplemente desde el aire, y no siempre, solamente bajo el efecto relámpago, que tiene efecto algunos días a ciertas horas solares.



Me aturdió el Cairo y su trafico salvaje, entre carros y calesas, entre mujeres y niñas tapadas sin medida, en un mes que el calor ya se hacia insoportable en sus calles, y las miradas a mis pantalones cortos era la envidia de las mujeres, y la alegría de los hombres.


Me gusto visitar sus templos, y mis ojos se llenaron de historias contadas, y maravillas por vivir, y volví al pasado, cuando las mujeres eran importantes en la comunidad diaria, ser madres un milagro, y los niños tan importantes como ahora.



Sentí que el tiempo no había pasado, y que Hatsepsut (el faraón de la XVIII dinastía) se paseaba como hombre siendo una mujer, y vibre junto a su piedras, en Deir el- Bahari, allá en su tumba, y templo, construido como símbolo de amor por su amante Senmut, que fue el amor de su vida, aunque jamás su marido.




Mi visita a la Mezquita de Alabastro de Saladino fue toda una sorpresa, llena de serenidad y silencio, donde sentarse a descansar de un día agotador en las alfombras de su suelo, y sus lámparas en su techo enorme, precioso y hospitalario.




Me gustaron sus zocos, pero NO sus mercados, llenos de todo, especias, frutas, animales vivos y muertos en sus puestos, ropa, y sobre todo… moscas. Pero aun así, todo resulto chocante y nuevo para mí.



Añoro el regreso, y quisiera volver a ver sus templos, su mar rojo, sus pirámides, pero sobre todo, volver a respirar su historia, que ahora se que es parte de la mía.