EN NAVIDAD



Dedicado a todas las personas que la Navidad es la llama que enciende aún más su soledad, sus pérdidas, sus desilusiones, …







Aferró la daga entre las manos
y apuñaló el latir de sus ilusiones,
una a una.
Se bañó en sangre blanca,
blanca como la muerte.
Amortajó los restos con su vestido rojo,
rojo como la llama,
y las enterró lejos de su tierra
-ni la pena asistió al funeral-.

Volvió sobre sus propios pasos,
transparente y vacua:
sus ojos sin luz,
su boca sin labios,
sus oídos cegados por el silencio,
su gusto insípido,
su tacto sin huella,
su espalda hundida,
sus piernas sin ritmo.

Naufragó en el tedio.
Vivió esperando al único amor que le restaba:
La dulce y eterna nada.

Mercedes Ridocci