EL MÁS SABIO


EL MÁS SABIO

Dios que es el más sabio de los sabios, me dio como protección el olvido, por eso deje de sufrir un día, pero empecé a recordar cuando ya era consciente de unos hechos, que en otra época me debieron traumatizar.

Por eso, bajo el manto del olvido, solo recordaba cosas buenas de mi niñez, dejando las malas en fondo del baúl más profundo de la ignorancia, situado en el más oscuros de los rincones, donde nadie se atrevía a entrar, ni si quiera yo, hasta después de mucho tiempo.

Y recordaba las rosas del jardín de mi casa, y un melocotonero que daba media docena de frutos al año, los mas dulces y hermosos que jamás vi, que siempre eran para mi padre, si no aparecía en ese tiempo por casa, los hermosos melocotones caían al suelo, ya victima de las avispas, y los pájaros.

Yo me enorgullecía de mi apellido, por que no sabia lo que significaba tenerlo, hasta que un día lo cambie por el de mi madre, por que él no era digno que la gente que me reconocía por la calle, me siguiera diciendo que yo era la hija de fulanito, que todo el mundo conocía, por bueno y complaciente, pero no en su casa, ni con su familia.

Ahora ya recordé sus fuertes y morenas manos, sus ojos grandes que parecían sinceros sin serlo, su boca siempre contando historias alegres, y el no sabia que solo sonreíamos con sus palabras, y sufríamos con sus ausencias, por que ahora lo recuerdo todo…

¡Que cosas! Hablando con mis hermanas de estas historias, cada una tiene un recuerdo diferente de la misma, a veces sonreímos ante un recuerdo común, y siempre en nuestra mente nuestra Madre, que nos inculco cariño y respeto, pero ahora que soy mayor, el, eso no se lo mereció jamás.