IMAGINA...



IMAGINA...

Mi amiga, me contó un día en la playa refiriéndose a su hija que, ella le decía…

Me dice a veces, mamá, ¿como te sentías cuando yo estaba en tu tripa?

Entonces mi amiga le vuelve a contar la historia; tu no estuviste en mi tripa, nosotros, papá y yo fuimos a buscarte a Rumania, en un avión, y te trajimos aquí, a España, tierra de playas y sol, aun así ella le dice… eso ya lo sé pero… imagina.

Entonces mi amiga le cuenta, que ella estaba no en su vientre pero si dentro de su ser, que la deseo siempre, y que ninguna madre, ni siendo biología, pudo jamás sentir tanto amor por su hija como el que ella siente. Y ella vuelve a preguntar ¿me movía mucho dentro de ti?

Y mi amiga le habla de todo lo que sintió cuando le mandaron una foto de ella, pequeña, con la mirada triste, y sus ojos azules en esos momentos grises de no ser querida, sin haber sido jamás abrazada, besada, o simplemente deseada.

Yo viéndola crecer fuerte y sana pienso…

Su madre biológica, si es que vive, jamás podrá imaginarse como vive su hija, a la que le construyeron un palacio de besos, con ventanas de abrazos siempre abiertas, con los armarios llenos de ropa bonita, y donde dejaron un joyero en forma de corazón para que guardase los pendientes, que a ella tanto le gusta cambiarse.

Jamás podrá sentir el abrazo de su hija, dejada en un lugar triste y oscuro, donde el sol no pasaba a reflejarse en sus ojos, y nadie sabe que motivos tuvo para hacerlo, pero a mi me gustaría que supiese que es la mas querida, la mas sonriente, la niña que sus ojos se enrojecen cuando ve a un bebe llorando, porque en su corazón de niña huérfana jamás supero el sufrimiento que le infligieron tras el abandono, y la falta de caricias.

Hoy la niña sigue preguntando ¿mamá, cuéntame como era de pequeña, cuando nací? Y mi amiga le vuelve a decir…