ERA


ERA

Era como una cesta de fruta fresca  en el verano, apetecible siempre, porque calmaba mi sed y mi hambre… de el.

Era tan dulce que mis ganas de tenerle rebosaba mi malestar de cuando no estaba, y mis ojos se paseaban por todo el cuando dormía a mi lado, y decía su nombre en silencio, para que nadie me robase su sonido.

Vivía acompañada de abrazos, de tequieros dichos en un susurro que solo conocen las ramas de los árboles en otoño, de no me olvides nunca, de besos ardientes y despedidas frías.

Rezaba al sol para que se marchase pronto, porque me recordaba a el con su calor y no le tenia, me refugiaba en la parte oscura de mi y entonces…

Me volvía agua, y sin medida subía y bajaba a las montañas o a los valles, descansaba en sus ojos como lagos oscuros, le volteaba como las olas en días de tormenta, y lo hacia mío sin medida,
en el sin fin del deseo, buscando sus besos en lugares donde jamás pensé que  se podía besar.

Todo me parecía normal, nada jamás me pareció insolente, desvergonzado o sucio, el era el señor de mi cuerpo, y yo había dejado de ser una dama para ser solamente…