CHARTRES










 
 
 

CHARTRES

En el año 1194, un incendio devasto un antiguo templo, los habitantes de la ciudad no tardaron en construir otro, de piedra, cristal, y misterios. Así empiezan a escribir sobre Chartres los que más la conocen, y se han paseado por sus calles dormidas en el tiempo.

Desde el autobús, aun cuando faltaban varios kilómetros para llegar se veían sus torres, pero fue al acercarme cuando su magia me envolvió.

De Paris a Chartres casi a 92 kilómetros, y una hora de autobús, yo iba pensando como seria la ciudad, pero las agujas de su catedral hicieron que me olvidase de sus calles y sus gentes para convertir la magia en día, y la catedral en un sueño.

Yo había leído el libro de Javier Sierra, La ruta Prohibida, y conocía sus vidrieras y sus dimensiones, y mas que nada buscaba su laberinto, allí en medio de la nave central oculto entre sus sillas a los ojos de los visitantes, que pocos miran al suelo, a ser sus vidrieras casi todas azules lo mas monumental.

La magia se hizo en mí al igual que la mañana se hizo a sus calles llenas de sol al medio día, húmedas al principio de la mañana y desiertas, a lo mejor es que era domingo, y sus gentes aun permanecían dormidas.

Pase poco tiempo allí, su energía no era compatible con la mía, aun siendo un lugar acogedor no me sentí bien, sus calles se volvieron tristes, y sus dulces típicos llamados (Macarrones) no fueron tan dulces como esperaba, quizás me falto tiempo, y me sobraron supuestos.