FUI UNA NIÑA MALA


FUI UNA NIÑA MALA

Fui una niña solitaria, me encantaba perderme por la casa grande de mi madre, que pasaran las horas sin acordarse de mi, por que mi mundo era mucho mas interesante que el que me dejaban ver los demás, y yo hice un mundo a mi medida.

Me perdía, mas que nada en las horas de la siesta de mi tierra árida y bochornosa, cuando el canto de las cigarras borraba el sonido de las gentes, y la sombra, se hace desear mas que ninguna otra cosa.

Me gustaba el silencio que se respiraba en la cocina de matanza, dónde después de tanta actividad, no quedaban mas que los chimes que nadie necesitaba a lo largo del año, y donde dos baúles de mi madre, guardaban la dote de mi hermana siete años mayor que yo, y que a nosotras, las hermanas pequeñas nos llenaba de envidia ante tanto encaje, que mi madre pagaba por meses, a una señora llegada de Almagro, que así se ganaba la vida.

A lo largo de mis primeros años aquel fue mi mundo, yo soñaba y a la vez escapaba, dejaba volar mis sueños, mientras mi cuerpo y mi mente crecían, empezando a sentir sensaciones que yo no me explicaba, y temblaba cuando mis piernas húmedas se encontraban con mis manos, ansiosas, y nerviosas esperando la noche para tocarme, en las largas madrugadas bochornosas de mi tierra.

Después llegaron las confesiones y el propósito de enmienda que jamás cumplía, por que en mi cuerpo todo crecía pero el deseo mas que ninguna otra cosa. Y pensé que era la niña más mala del mundo, y después de confesarme, pretendía no volver a pecar más con mi cuerpo, pero eso no paso, y hasta entender que era lo que me pasaba, fui desgraciada, solitaria y turbia, pero nadie se dio cuenta.

Y paso el tiempo, y deje de confesarme porque me hacia sentirme peor, ya que mi instinto me perseguía todo el día, esperando la oscuridad para volver a caer en horas inciertas, en juegos nocturnos mas ciertos que nada de lo que pasara a mi alrededor, por que mis días dejaban de existir esperando solamente las noches.

Después todo se volvió entendible, y con el tiempo fui una madre cercana a mis hijos, que fuesen felices fue siempre mi bandera, y ellos sin miedos ni obsesiones jamás se sintieron sucios por que su cuerpo creciese, y sus necesidades también, es lo normal, siempre lo fue, yo era lo que jamás entendí que me pasaba, y el porque era tan mala, y tan sucia.