A TODO NOS ACOSTUMBRAMOS



A TODO NOS ACOSTUMBRAMOS

A lo largo de nuestras vidas, el ser humano pierde la capacidad de mil cosas cada día, y se acostumbra a todo, a la felicidad y al sufrimiento, a las risas y al llanto, a la luz o a la oscuridad, y al final olvidando que el mundo no es un lugar donde el lamento sea lo normal cada día.

Perdemos la emoción que sentimos al ver el mar por primera vez, y nos acostumbramos a su bravura, y su lamento en los días de luna llena, y conocemos el color de sus aguas como propio, o el de nuestros seres amados, por que todo se convierte en costumbre, y la costumbre mata la ilusión y los sueños.

Pero hay cosas a las que no debemos acostumbrarnos jamás, ni al odio, ni a la intransigencia, a la maldad o las ataduras, al maltrato ni al insulto, los seres humanos no nos merecemos esas costumbres.

Yo quisiera acostúmbrame a las sonrisas de los niños, porque cuando los oigo llorar el corazón me impide razonar, la ira de adueña de mi sentir, y me puede el cansancio del día a día.

Ahora dejemos que la belleza nos abrace, en el calor de una mirada, o en una palabra sencilla, sin querer encontrar cada día un tesoro, porque eso termina siendo... una costumbre, y pasamos de largo por la vida sin vivirla.