En mi piel se escriben toda una vida de recuerdos y pecados, de registros y revuelos, de alma volando por un mundo que más de una vez no fue mío.
Me he quedado enganchada a la magnitud del tiempo, de deseos no satisfechos, y dolores de no me olvides, cuando me dolía el cuerpo de quererte, y era la soledad quien dormía cada noche a mi lado.
Me fui nutriendo de palabras dichas en la oscuridad de una noche no deseada, cuando las sombras envolvían la locura, y mis manos buscaban tu rostro para acariciarlo, pero siempre a solas.