Me gustaría haber visto tu corazón desnudo, como se desnudan los árboles en el otoño, y ver tus raíces en la seguridad de mi tierra, sentirte vivo aun en el invierno.
Hubiese disfrutado mirándome en tus ojos sin cortinas de indiferencia, que a veces me hacían llorar de soledad, y juzgada por alguien que era perdonado cada día, de sus cientos de errores.
Que nuestros juegos no fuesen de inteligencia ni de fuerza, solamente de amor y cariño, sin más críticas que las risas, y sentir cada momento como un cuento de las mil y una noches.
Que reír de alegría no fuese como llorar de sentimiento, y tener que arrojar mis lágrimas junto a la lluvia sin que se notase, tener que reír cada día después del llanto.