A mi me gustaba todo lo prohibido, me gustaban los besos con lengua, y su mano en mi escote, me gustaba el banco de granito del parque, no importaba el frío del invierno, por que allí sentía todo menos eso.
Me gustaba la noche oscura, las miradas insolentes, la sonrisa enigmática, y siempre el ardor en el cuerpo, viviendo cada emoción, sin que nadie me aparte de mi sentir.
Me gustaba que mi pelo se enredaba en unas manos húmedas, en un aliento caliente, mi cuello ardía en deseos de sentir su lengua paseando por el, y me dejaba caer en una noche que no me pertenecía, y en unos sueños que solo eran míos.