LA ENTREGA
Entre en el ascensor, no me di ni cuenta de que iba sonriendo, llegando al primer piso, me mire al espejo, mi rostro reflejaba felicidad, mi cuerpo sentía la dicha de haber sido mimado, abrazado, recorrido y amado todo, y el olor de la entrega aun permanecía en mi.
Una persona satisfecha, es como el sol radiante del mediodía, así me lo notaron mis amigas al bajar a la playa, así me sentí yo después de un despertar perezoso, dejándome hacer...
Y no quise bañarme enseguida por no perder tu olor, ni tu sonrisa, tu satisfacción por hacerme dichosa, ni el último beso en la puerta de casa, cuando el aroma del café salía de la cocina y de tu boca.