A mí me gustaba respirar su aliento, y pasear por su vida llena de retazos tristes, consolarle de sus noches sin sueños, y mañanas sin futuro.
Me gustaba sonreírle a escondidas, entre los visillos de sus pestañas, y sus labios temblorosos, pálidos de desalientos continuos, y vida sin haber sido feliz jamás.
Me gustaba su seriedad en su cara de niño infeliz, y a veces, cuando sonreía, a mí me resbalaban las lagrimas de su felicidad y la mía juntas, y pensaba en el momento que vivía, y soñaba con un mañana mejor, pero eso nunca sucedió… a su lado.