CARNAVAL EN MI PIEL

Al llegar a casa después de unos días fuera, revisando mi correo encontré un sobre en blanco, sin nombre ni dirección, lo abrí curiosa, en su interior una tarjeta color rosa, escrito en ella una dirección de mi misma ciudad y unas frases:
“Quiero que asistas a mi fiesta, tendrás que venir disfrazada de lo que gustes pero deberás llevar en la mano una Rosa Baccara (Rosa de tallo largo de un rojo intenso),yo llevaré otra, así me reco
nocerás y podrás dirigirte a mí en cuanto me veas. Te espero deseoso…“.

Al principio me lo tome a broma, pero según iba pensando en ello me podía la curiosidad de saber quién podría ser el anónimo ¿le conocería?, ¿Qué era realmente lo que querría decir con su última frase? , el morbo iba aumentando y también he de reconocer que la idea me excitaba…
Estaba cansada, pero salí corriendo al trastero pues recordé que unos años atrás cuando estuve en Venecia justo por carnavales, me compré un hermoso vestido de época, con una máscara preciosa, allí son únicos para estas cosas, me subí a una silla y si…
En el fondo del maletero se hallaba guardado en una bolsa, lo saqué ansiosa y lo estiré encima de mi cama, estaba perfecto, solo necesitaba la rosa pero aun había tiempo, hasta el día siguiente no era la cita, sonreí malévolamente pues presentía que ese hermoso traje auguraba algo especial, ilusionada
me fui a dar esa necesitada ducha…
Llegó la hora, allí me encontraba aparcando mi coche frente a una enorme casa de una elegante urbanización, había luz en todos las ventanas, un porche en forma de arco
con dos enormes columnas y al fondo una preciosa puerta blanca, me dirigí a subir dos pequeños escalones cuando la puerta se abrió ligeramente, ya en el hall parada frente a ella,empujé cautelosa y pasé al interior, se divisaba un salón enorme con una bonita escalera central, todo el suelo de un mármol blanco radiante, cuadros y lámparas de un gusto exquisito, todo ellos en concordancia con el decorado, no había nadie y cerré la puerta, avancé, por un momento pensé que me había equivocado de hora, pero no, aunque no había nadie más que yo, era puntual a la cita, de repente sonó una voz masculina ¡Sube por favor!, yo mire hacia arriba, y allí se
encontraba en lo alto de la escalera un hombre de aspecto musculoso, alto, elegantemente vestido para la ocasión, lucía una máscara que cubría justo la mitad de su rostro , dejando al descubierto unos apetecibles labios carnosos rosados, en su mano portaba la rosa roja; Yo accedí a su petición y me dispuse a subir esa larga escalera, intentando aparentar elegancia y con la precaución de no pisarme el vestido, tomé aire y me dije: tranquila tú puedes, no quería que apreciara mis nervios y lo conseguí…
Él no dejaba de mirarme bajo esa mascara, yo también lo mire y le dije ¡Hola!, me contestó: ¡sígueme!, como una damita buena acaté sus órdenes sin rechistar lo más mínimo; Lo seguí por un enorme pasillo hasta llegar a una habitación inmensa, me abrió paso educadamente y entré…

En el interior sonaba una deliciosa música que no me era del todo desconocida, ¿El fantasma de la ópera? Pregunté, él asiento con la cabeza; La habitación era inmensa,al fondo una cama con doseles de gasa blanca y muchísimos almohadones, una divina cheslón tapizada en dorado a un lado, una mesa ovalada y dos sillas, una puerta a la derecha que comunicaba con un baño y un mueble de época lleno de libros y cds musicales.
Me preguntó ¿tienes sed? , conteste como pude “Si” me sudaban las manos, me temblaban los labios, abrió una botella de champán que había en una cubitera encima de la mesa, llenó dos copas de fino cristal y me ofreció una, brindamos y bebimos…
Le pregunté ¿me puedes explicar todo esto? , me rozó con su mano lentamente mi rostro y contestó no tengas prisa…
Me rodeó con sus brazos por la espalda y sensualmente comenzó a susurrarme palabras en francés, yo entendía alguna que otra palabra, lo cual mi excitación aumentaba, y me erizaba la piel cuando restregaba su boca por mi cuello, mientras apretaba con fuerza mis senos ya excitados…

Me levantó en sus brazos, mi copa cayó al suelo, me llevó hasta la cama y allí me tumbó delicadamente pero según me acomodaba entre almohadones, sus ganas crecían, sus manos ardían, su cuerpo sudaba, levantó mí vestido y poseído de lujuria y desenfreno, arrancó mis bragas de un golpe, dejando al

descubierto lo mas intimo de mi, se hundió entre mis muslos, hambriento de mi sexo me devoraba deseoso, yo me abandone a la excitación que me producía esa lengua caliente y húmeda, esa boca que se llenaba de mí y me estaba volviendo loca de deseo, subió jadeante a mi boca y se fundió en un beso de fuego, el sabor a mí intimidad con la mezcla de sus propios fluidos me provocó un placer tan inmenso que perdí la noción de todo, me entregue entera, me puse a su disposición en la condición que fuera, con la respiración entrecortada me atreví a decirle ,No sé quién eres ni lo que quieres de mi, pero hazlo rápido porque este agonizante deseo me está matando…
Y él contestó de ti lo quiero “Todo” hasta tú veneno….
Presa a sus caprichos y a su voluntad me decidí a seguirle, a caer sin resistencia alguna a ese infinito gozo que ese perfecto desconocido me estaba haciendo sentir, no lo conocía de nada pero se apoderó de mi cuerpo y lo manejaba como si lo hubiera creado el mismo…
Sacó mis pechos por el vestido, comenzó a lamer mis pezones llevándose en cada pasada violentos suspiros de delirio, desabrochó impaciente su pantalón, arrastrándome hacia él con ese toque desmedido entre violento e intenso, me penetró hasta lo más profundo de mi ser, empezó a moverse desmesuradamente, con cada embestida sentía su vida latir en mi sangre, sentía como su carne era prisionera de la mía, estrangulando su cintura con mis piernas, él ladrón de mis ganas, yo, presa de sus placeres…
En un último esfuerzo se derramó por completo en mi interior, sucumbiendo en un intenso orgasmo a la vez que me gritaba "córrete conmigo, córrete no aguanto más”, yo me abandoné a su petición como barco a la deriva, me sumergí en lo más profundo del placer, sintiendo como me llenaba de él llegue a la más indescriptible culminación del clímax.
Sumidos aun en la debilidad se abrazaron nuestros cuerpos, en la complicidad del momento decidimos proseguir el encuentro, con una única y exclusiva condición, la de no revelar nuestra identidad, nos despojamos de ropas y mascaras pero en la más absoluta oscuridad, así sucumbimos a nuevas y excitantes entregas en una noche de eminente apetito carnal, envueltos entre piel y deseo, jugando a lo desconocido conociéndonos.
No se aún bien como ocurrió pero al despertarme a la mañana siguiente amanecí en mi propia cama, desconcertada y perpleja por lo confuso de la situación, me incorporé agitadamente haciendo un repaso de todo lo acontecido en la noche anterior, mi duda giraba entre la realidad de lo vivido o entre la fantasía de un posible sueño, pero no podía creer esto último,
el agotamiento físico delataba que no había descansado lo suficiente, aun conservaba el olor de su piel, de repente me percaté de algo que me daba la razón de la veracidad de ese encuentro, la Baccara estaba apoyada en mi almohadón, con una nota que decía: volveremos a vernos amor,
antes de lo que imaginas...

Me volví a acostar acariciando la rosa, con los recuerdos aun calientes, todavía saboreando su boca, era consciente en ese momento de que por muchas experiencias que pudieran existir en mi vida, jamás podría olvidar esa noche misteriosa, siempre será en mi recuerdo la sublimidad de lo perfecto...

Amanteceres
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