En ti habita mi alma, la que te entregue con mis sueños, la que siempre quiso ser tuya como mi cuerpo.
En mi se queda rezagado el olvido, el que sembraste con tu ausencia, el que apareció al marcharse tu sonrisa, el que apareció subiendo mi escalera cuando se apago el sol, y se murió la luna.
Cada peldaño hacia el olvido, me acerca mas a tu casa sin escalones, de paredes blancas, torres de iglesias viejas, y cigüeñas nuevas, que cada año hacen sus nidos de amor lejos del acantilado del olvido, de tus noches claras, de mis días negros.
Me gusta traer a mí tu sonrisa de niño bueno, tu mirar profundo, mas allá del entendimiento de cualquiera, que no saben verte como yo, y se pierden entre cosas sin sentido, y días desdibujados.
Pero a mí me gustaba ser dueña de una obra de arte, cada uno de nosotros lo somos, somos únicos, personas que no nos parecemos ni en el blanco de los ojos, cada uno tiene un ser y a mí me gustaba el tuyo.