Pensaba en las vueltas de la vida, se me ocurrió asociarlas con un vals, también, de alguna manera el vals es significativo para alguna de nosotras, las mujeres. Los rituales de “presentación en sociedad” , la celebración de los 15 años incluye el vals danzado con padres, hermanos, tíos, familiares lejanos a los que nunca en la vida vimos , primos, amigos de los padres, amigos personales, compañeros de colegio, etc.
De pronto una se encuentra dando vueltas y vueltas, en los brazos de alguien o en compañía de alguien, no siempre nos gusta la cara, no siempre sabe llevarnos al compás, no siempre es agradable ese girar y girar… A veces con máscaras…
La vida sigue y otro ritual, el casamiento… incluye el vals y la antigua lista que seguro se renovó o tiene el agregado de los familiares del novio. El novio mismo quien tiene el "honor" de ser el primero en tomarnos en sus brazos y girar.
No me imagino a una quinceañera o una novia negándose a bailar el vals con uno u otro, sí me imagino que en ese danzar y danzas dando vueltas vamos viendo el desarrollo de la vida. Vueltas y más vueltas en espiral que por momentos nos eleva, otro nos confunde tanto que solo vemos la circunferencia del giro porque la velocidad nos marea … y en otras, caemos rendidas al piso como si fuéramos una marioneta que se mantenía en pie por el ritmo de la música y alguien se olvidó de poner otra moneda o cortó un cable. Claro... también está el hecho se baila de a dos, más hace que se pierda el ritmo...
Conste que no viví ninguno de esos rituales, aún así me he sentido danzando en más de una ocasión, también con quien no quería… Hoy sé con quien no quiero bailar, sé qué acompañante me marea, sé quienes apagarán la música antes que la danza termine… pero seguiré danzando al ritmo del ese 1, 2, 3 que me permite soñar… donde solo escuche un violín que me acompañe a vivir. Seguro bailaré mi música y no aquella que se pretende que baile…
Por ahí, tal vez, existe quien sepa bailar… sin pisarme los pies.