Parábola de la inconstante

Tengo la manía, entre otras, de asociar a la gente con canciones o poesía. Nunca me puse a analizar mucho eso… ni otras cuestiones que completan mi ser, ni creo que deba, pero siempre que conozco a alguien viene a la mente una melodía o los versos que alguien escribió. Así me pasó también con Reina del Blog Reina de Buenos Aires. Una mujer que se construye cada día, con firmes materiales adornados de bellos colores.


Parábola de la inconstante

Antes cuando me hablaba de mí misma, decía:
Si yo soy lo que soy
Y dejo que en mi cuerpo, que en mis años
Suceda ese proceso
Que la semilla le permite al árbol
Y la piedra a la estatua, seré la plenitud.

Y acaso era verdad. Una verdad.

Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra
A asirme a una pared como el enamorado
Se ase del otro con sus juramentos.

Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida
En solidez de roble,
La rumorosa soledad, la sombra
Hospitalaria y daba al caminante
- a su cuchillo agudo de memoria -
el testimonio fiel de mi corteza.

Mi actitud era a veces el reposo
Y otras el arrebato,
La gracia o el furor, siempre los dos contrarios
Prontos a aniquilarse
Y a emerger de las ruinas del vencido.

Cada hora suplantaba a alguno; cada hora
Me iba de algún mesón desmantelado
En el que no encontré ni una mala bujía
Y en el que no me fue posible dejar nada.

Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos
Para arrojar después, lejos de mi, el despojo.

Heme aquí, ya al final, y todavía
No sé qué cara le daré a la muerte.

Rosario Castellanos

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