Tríos sexuales

Una noche con Laura.

Estábamos siempre comunicadas pero hacía dos años que no la veía. Recuerdo la última vez. Habíamos compartido habitación durante tres días, asistimos a unas jornadas de especialización de la empresa, al despedirnos me dio un beso casi rozando mis labios y dijo: te he deseado mucho.

Laura,… no era provocativa ni exuberante, el secreto estaba en la piel, esa piel tentaba de modo especial. Recuerdo los días de facultad, lánguida, casi pálida, ese largo cabello y unos ojos que bien acompañaban la perfección de unos labios tentadores. No era la favorita, era la más deseada. Pechos medianos y siempre marcados pezones.

Me llamó a las 7 de la tarde para avisarme que pasaría el fin de semana en casa. Ese día no trabajé y vivimos lejos del centro, le pedí a mi esposo que pasara por ella al volver de la oficina. Él sabía de Laura, no la conocía pero cuando le relaté nuestro último encuentro notó que me temblaba la voz, el relato lo excitó y ella noche estuvo en nuestras mentes… y sexos.

Era tarde, preparaba el café en la cocina cuando sentí que llegaron. Mi esposo vino hasta la cocina, corrió suavemente mi cabello, apoyó su excitado pene sobre mis glúteos y susurró. Hoy van a enloquecerme.

Había conocido a Laura, la piel de Laura.
No sin ansiedad, cargando la bandeja con café fui hasta la sala, ahí estaba ella, bella, tentadora… y sus pezones recién acariciados.
Me besó en la boca, directa y sensual. Nos besamos tiernamente. Mi esposo observaba la escena mientras nos servía el café. La mano de Laura acarició lentamente mis pechos, nos sentamos, bebimos un sorbo y volvimos a besarnos, Dani se acercó, nos besábamos los tres, olor a café y sexo que transportaba. Manos, piel, labios, lenguas. La lengua de Laura enloquecía mis pechos mientras la ansiosa boca de Daniel buscaba sus abiertas y deseosas piernas.
La sentí, me sentí lamiendo su dulce clítoris con absoluto placer, Daniel del otro lado comiéndose su hermoso culo mientras sus dedos acariciaban mi sexo con dedicación. Perdí la cuenta de la cantidad de orgasmos que tuvimos. Pasamos al dormitorio, Laura en la cama dándonos y dejándose sentir, sintiéndonos los tres, mezclados, excitados, plenos…
Desperté al otro día, la miré, la volví a desear así, tan tierna, desnuda y sus abiertas piernas que me llamaban. Daniel despertó a mi lado y comenzó acariciar suavemente mi ya húmedo sexo...