Históricamente las mujeres hemos sido un objeto de propiedad de la familia y los hombres, se tomaron decisiones por nosotras y se cometieron infinidad de abusos, sustentados por la ignorancia y la sumisión de la que fuimos presas. En la antigüedad el adulterio no era un pecado moral, sino un delito de uso de la propiedad ajena, la del esposo. Curioso, ¿no?
Los griegos nos concebían como a una pertenencia, los romanos consideraban la esterilidad motivo de divorcio, la Iglesia Católica nos consideró la amenaza para la salvación del hombre (muy bien descripto en La Sagrada Biblia). El mismo San Agustín, luego de unirse a la Iglesia, sintió culpa y asco por sus deseos sexuales escribiendo pensamientos como que no conocía nada que hiciera descender la mente masculina de las alturas más que las caricias femeninas y la unión de los cuerpos. La procreación con tales «tentadoras» debía realizarse mediante un acto sexual carente de pasión y con un único objetivo.
Lejos de los conceptos de las religiones asiáticas, la Iglesia Católica acunó inventos como el cinturón de castidad en la época medieval, mediante el cual los esposos cerraban sus "propiedades privadas".
Tras la llegada de los colonizadores, esta es la leche que amamantó a nuestro querido Occidente, que presentaba naturalmente relaciones prematrimoniales, homosexualidad y poligamia entre nuestros antepasados aborígenes. Hope Ashby, terapeuta y especialista en sexualidad entre culturas distintas, dice que después de que los colonos empezaran a violar a mujeres indias, los nativos americanos fueron quienes promulgaron leyes para prohibir tal comportamiento violento. (Mundo Mujer)
Como es natural, a los hombres se los consideraba más racionales y capaces de controlar sus pasiones que a las mujeres, a quienes los pastores reprendían por vestir de forma indebida y tentar a los hombres. Así nuestra identidad sexual se vio maltratada, humillada y anulada. Como algo sucio e impuro que solamente provoca desgracias.Y de allí en adelante el carecer de deseo sexual hablaba muy bien de una mujer.
Así llegó a nosotras la insatisfacción sexual.
La sexualidad era algo malo, para eso estaban las prostitutas, y como la histeria (nombre dado a la insatisfacción sexual) de las mujeres casadas no dejaba de avanzar, los médicos estudiaron a esta “enfermedad” y hallaron la solución… Masajear los clítoris de las señoras hasta que alcanzaran el orgasmo y pudieran regresar a sus casas contentas y tranquilas a atender a sus esposos e hijos. Claro, en ese momento no se hablaba de orgasmo sino de "paroxismo histérico".
Al no haber penetración vaginal, esta práctica médica estaba socialmente aceptada.
El vibrador, fue inventado para tal motivo en 1880 porun médico británico Joseph Mortimer Granville, con el fin de que este masaje terapéutico fuera más sencillo, pero ni se imaginaba en que iba a terminar siendo el quinto artículo para el hogar en volverse eléctrico. (Revista Maxim)
Hasta que llegó Sigmund, y rompió con todos los esquemas empuñando su teoría de que el sexo es la fuerza natural primaria de la vida. Podemos estar de acuerdo o no con algunas de sus teorías, pero vale destacar el gran cambio al que dio lugar.
Sexualita.