Mientras dormias

Como cada noche antes de dormir me encontraba en mi cama leyendo, llevaba todo el día deseando este momento, mi último libro “Los hombres que no amaban a las mujeres” de Stieg Larsson, me tiene totalmente enganchada, de repente un conocido sonido me sacó del ensimismamiento de la lectura, procedía de mi teléfono móvil que se encontraba en mi mesilla de noche, era el anuncio de un sms, su texto decía: Buenas noches, preciosa:
Estoy en la cama y no puedo dormir, te dedico mis pensamientos, me acabo de masturbar y aun te deseo. Haz magia, ven, ven a mi lado. Te deseo…

Hice magia y fui…
Me colé por los pies de su cama, lo encontré bajo la sabana boca arriba con las piernas abiertas, me instalé en el espacio que dejaba entre ellas y comencé a subir con mi lengua lentamente hasta sus muslos, allí me detuve entre pequeños bocados jugando a no hacerle daño mientras me saciaba con el sabor de su piel, mis labios rozaban delicadamente sus testículos, los besaban y los lamian… Mi lengua ávida de su sexo subía recorriendo el tronco de su ya erguido pene hasta su cumbre, allí me deleité con su glande henchido de deseo, su piel ardiente no podía esconder la evidente excitación; Lo abandoné para subir hasta su cuello entre besos húmedos llegue a su boca, perfilé sus labios con mi lengua que ardientes de pasión se unieron a los míos en un deseado y cálido beso, aspirando sus ganas y su aliento nuestras lenguas se enlazaron colmando las ansias, intercambiando fluidos rebosantes de pasión retenida, sus manos resbalaban por mi espalda hasta llegar a mis glúteos apretándolos fuertemente contra si, en un impulso de deseo se posicionó justo debajo de mi sexo, su boca rabiosa por colmarme de placer absorbía mi ardiente lubricidad que llegaba ya hasta mis muslos, buscaba la debilidad de mi ampuloso clítoris sometido a la lascivia de su lengua que en cortos e intensos golpes caía al más desesperado y gozoso abandono de mi cuerpo… La exasperación porque me penetrara crecía cada vez más, me aparté de su boca deslizando mi cuerpo justo hasta su sexo, quería cabalgarle pero esta vez me apetecía hacerlo diferente, dándole la espalda, abrí mis piernas e introduje su inminente pene en el interior de mi vagina , sentía como su dureza extrema la llenaba por completo y eso me excitaba más aún, estiré mis manos hacia sus piernas y me apoye levemente en ellas, comencé a moverme con pequeños movimientos de caderas suaves y lentos, mi clítoris se rozaba con su cuerpo produciéndome un inmenso placer que se fue acelerando al tiempo de mis movimientos que ahora pasaron a ser más rápidos, hasta llegar a ser salvajes poseída por la desesperación de alcanzar el orgasmo deseado, sentía como mi cuerpo se tensaba, mi vagina se contraía haciendo prisionero a su pene, él gemía al unisonó de mis jadeos ,allí abandonado a la locura de mi pasión , sometido a mis deseos que a la vez eran los suyos, en un último esfuerzo por aguantar aquel movimiento desmedido me pidió que me corriera con él, los dos estábamos exhaustos de deseo y nos desbocamos en un intenso orgasmo, primero él, noté como se vaciaba por completo en mi interior, el sonido de su respiración me excitó de una manera increíble desvaneciéndome a su ritmo , sucumbiendo a un placer indescriptible. Salí de él, mi cuerpo endeblez se recostó a su lado, nos dimos un dulce beso, nos abrazamos, él se volvió a dormir, yo me volví a colar en sus sueños…

A la mañana siguiente me despertó el indeseable sonido de la alarma de mi reloj, como todos los días hizo su función, las siete en punto de la mañana hora de levantarse, un extraño sentimiento me hizo coger mi teléfono móvil, al mirarlo vi que en la bandeja de entrada había un nuevo sms, esta vez decía: Buenos días, preciosa: Gracias por tu regalo, me ha encantado…
De nuevo era él... Mi desconocido.

Amanteceres
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