Es curioso lo que puede llegar a suceder en el interior de una habitación. A espaldas del mundo arde la piel. Infinitos sentidos penetran en la mente. Las partículas del tiempo se convierten en segundos, rompiendo las horas de un comienzo y fin, donde se conjuga una historia a corto, medio y largo plazo...
Sentir que muero y vivo cuando moldeas mi cuerpo, amante majestuoso. Que enmarañas, desdeñas y cubres mi vientre desnudo de besos, jugosos, cónicos, verticales, espirales... Los tejes entre dos vientos a las alas de mi alma, con el único propósito de llegar hasta mi boca, tan necesitada, tan ansiosa... Regalándome fluidos que se mezclan y absorben el delirio de unas lenguas, enredadas entre roces, danzando sonrojadas al juego del encuentro, síndrome perfecto que enferma todas las texturas y las tesituras de mi cuerpo, quebrando mi consciencia y mi inconsciencia en la debilidad.
Mientras él adivina mi apetito voraz, sus manos grandes aprietan mis pequeños pechos en su justa medida. Ni fuerte ni flojo, ni mucho ni poco. Lo suficiente para que el botón rosado de mis pezones florezca amenazante, desafiando a las caricias de la humedad de su boca, estallando en acordes de delirio.
Mientras él adivina mi apetito voraz, sus manos grandes aprietan mis pequeños pechos en su justa medida. Ni fuerte ni flojo, ni mucho ni poco. Lo suficiente para que el botón rosado de mis pezones florezca amenazante, desafiando a las caricias de la humedad de su boca, estallando en acordes de delirio.
Y así, libera sus manos, que ya resbalan por mis costados y bajan decididas a sujetar mis caderas que, mimosas, se contonean en la trama de que caiga entre mis piernas. Dulce delicia que deleita a mi sexo, que espera embravecido, lúbrico de deseo, que quiere su boca, sus dedos, su lengua, su falo imponente...
Quiere todos los placeres, existentes, los que en este mundo solamente él me puede dar. Sumida en el ocaso, perdida en los instantes donde me roba voluntades, su tacto se hace dueño arrebatándome la equidad de mi identidad. Y me rindo a sus caprichos, emanando placer por cada poro de mi piel, erizando terciopelos acoplados entre el espasmo de un orgasmo que me sumerge, me sorbe, me respira y desemboca en la inercia de sus labios. Desnuda de su carne, me despoja y me arropa con su olor quebrado de pasión, quedando tatuado mil veces en mi ser.
Quiere todos los placeres, existentes, los que en este mundo solamente él me puede dar. Sumida en el ocaso, perdida en los instantes donde me roba voluntades, su tacto se hace dueño arrebatándome la equidad de mi identidad. Y me rindo a sus caprichos, emanando placer por cada poro de mi piel, erizando terciopelos acoplados entre el espasmo de un orgasmo que me sumerge, me sorbe, me respira y desemboca en la inercia de sus labios. Desnuda de su carne, me despoja y me arropa con su olor quebrado de pasión, quedando tatuado mil veces en mi ser.