Esa noche queríamos pasarla juntos, era San Juan , noche de fuego, misterio y hogueras, a mí siempre me había parecido mágica y no sé porque me inspiraba un toque de romanticismo y sensualidad, pero a la vez hay algo especial en ella que activa mi instintos sexuales... Una vez más por cuestiones laborales los planes se nos vinieron abajo separándonos a cientos de kilómetros.
El me llamó al medio día dándome la noticia y a mí se me rompieron todos los esquemas, pero como siempre su habilidad para hacer posible lo imposible una vez más surgió: -No te preocupes chiquitina, hoy tendremos noche de San Juan, aun en la distancia, te llamaré por teléfono y haremos nuestro propio ritual, quiero que te pongas algo delicado, a ser posible transparente y de color negro, luego me contarás como es para hacer volar aun más mi imaginación...
Llegó la noche, yo estaba preparada, un camisón de encaje en color negro, abierto por el centro con el tanga haciendo juego, la habitación solo con luz de velas. Me acosté en la cama, apoyada en un montón de almohadones, ya eran las doce de la noche, empezaba el ritual, estaba nerviosa e impaciente porque sonara el teléfono, todo lo que viene de él siempre es especial y por esa razón me altera aun más, no se hizo mucho de rogar, solo habían pasado un par de minutos de la medianoche y sonó el teléfono.
-Hola chiquitina, ya estoy a tu lado, deseoso de que llegara la hora y muerto de deseo por ti , estoy totalmente desnudo encima de mi cama, a oscuras, excitado y empalmado de solo pensarte, ahora quiero que me cuentes que llevas puesto, vamos dímelo... Yo le empecé a explicar con todo detalle, aunque muy despacio, su respiración cada vez aumentaba más y a mí me temblaba la voz de la excitación que me producía oírlo.
De pronto él cogió las riendas de la situación y empezó la magia...
- Cierra los ojos amor... Imagíname a tu lado, tus manos son mis manos, recorro el borde de tus labios con mi dedo, siento tu aliento ¡hazlo! soy yo... Yo asumí el papel por completo, mis manos y mi cuerpo ya no me pertenecían, eran de él...
De mis labios bajó con su dedo a mi cuello, abrió su mano para acariciar al completo mis senos cubriéndolos en una solo caricia, los apretaba, bordeaba mis pezones y volvía a cubrir con sus manos, mi cuerpo se contraía en impulsos, mi piel se estremecía, las yemas de sus dedos bajaban y subían delicadamente por mis costados, se paraba en mi abdomen y volvían a repetir, mi columna cobraba vida propia curvándose de placer...Paró en mi abdomen para dirigirse lentamente hacia mi ombligo, allí se detuvo , yo solo deseaba que llegara a mi sexo, creo que el notaba mi impaciencia y por ese motivo intentaba alargarlo para que mi excitación fuera máxima; por fin se fue acercando, poco a poco, hasta llegar a él, su dedo índice bajo lentamente haciéndose paso entre mis labios henchidos de deseo, colándose en su apertura, donde la más ardiente humedad lo esperaba, impregnándose de ella buscó el botón delicado del deseo, mi clítoris, que esperaba exasperado ser acariciado, en un vaivén de movimientos circulares, suaves e intensos, alteró todo mi ser, ya no tenía consciencia , solo era mi cuerpo, la luz de las velas y su voz... Los músculos de mi cuerpo se contraían entre sacudidas de placer, ambos estábamos al límite, podía oír sus fuertes jadeos como si estuviera allí mismo, envueltos en una pasión desmedida, entre espasmos y convulsiones por el más intenso de los placeres que jamás pudiéramos haber imaginado, en un último esfuerzo nos abandonamos al deseado clímax, fuerte, intenso, único... Mientras se apoderaba de mi pude sentir como un inmenso orgasmo le agotó por completo hasta su propia voz, solo quedaron los gemidos sofocados de ambos como consecuencia de una de las mas deliciosas de la experiencias vividas por los dos. En la calma, me preguntó: - ¿cómo estás? yo me eché a reír, pues en ese momento fui consciente de mi verdadera situación, estaba totalmente atravesada en la cama, me incorporé, mis piernas colgaban por unos de los laterales, aun confundida, aun impactada, sensible en extremo...volvió a preguntar - ¿Qué haces? ,contesté, -estoy sentada en el borde de la cama, -¿Cómo estás ahí?, -No lo sé... El soltó una sonrisa y de nuevo haciéndose el dueño absoluto de la situación, el dueño absoluto de mi voluntad con esa voz dulce y penetrante que todo lo puede y se apodera de mí, añadió: -Túmbate de nuevo, aun no hemos terminado amor... Hoy es nuestra noche, hoy quiero saciarme de tu fuego...
Amanteceres
El me llamó al medio día dándome la noticia y a mí se me rompieron todos los esquemas, pero como siempre su habilidad para hacer posible lo imposible una vez más surgió: -No te preocupes chiquitina, hoy tendremos noche de San Juan, aun en la distancia, te llamaré por teléfono y haremos nuestro propio ritual, quiero que te pongas algo delicado, a ser posible transparente y de color negro, luego me contarás como es para hacer volar aun más mi imaginación...
Llegó la noche, yo estaba preparada, un camisón de encaje en color negro, abierto por el centro con el tanga haciendo juego, la habitación solo con luz de velas. Me acosté en la cama, apoyada en un montón de almohadones, ya eran las doce de la noche, empezaba el ritual, estaba nerviosa e impaciente porque sonara el teléfono, todo lo que viene de él siempre es especial y por esa razón me altera aun más, no se hizo mucho de rogar, solo habían pasado un par de minutos de la medianoche y sonó el teléfono.
-Hola chiquitina, ya estoy a tu lado, deseoso de que llegara la hora y muerto de deseo por ti , estoy totalmente desnudo encima de mi cama, a oscuras, excitado y empalmado de solo pensarte, ahora quiero que me cuentes que llevas puesto, vamos dímelo... Yo le empecé a explicar con todo detalle, aunque muy despacio, su respiración cada vez aumentaba más y a mí me temblaba la voz de la excitación que me producía oírlo.
De pronto él cogió las riendas de la situación y empezó la magia...
- Cierra los ojos amor... Imagíname a tu lado, tus manos son mis manos, recorro el borde de tus labios con mi dedo, siento tu aliento ¡hazlo! soy yo... Yo asumí el papel por completo, mis manos y mi cuerpo ya no me pertenecían, eran de él...
De mis labios bajó con su dedo a mi cuello, abrió su mano para acariciar al completo mis senos cubriéndolos en una solo caricia, los apretaba, bordeaba mis pezones y volvía a cubrir con sus manos, mi cuerpo se contraía en impulsos, mi piel se estremecía, las yemas de sus dedos bajaban y subían delicadamente por mis costados, se paraba en mi abdomen y volvían a repetir, mi columna cobraba vida propia curvándose de placer...Paró en mi abdomen para dirigirse lentamente hacia mi ombligo, allí se detuvo , yo solo deseaba que llegara a mi sexo, creo que el notaba mi impaciencia y por ese motivo intentaba alargarlo para que mi excitación fuera máxima; por fin se fue acercando, poco a poco, hasta llegar a él, su dedo índice bajo lentamente haciéndose paso entre mis labios henchidos de deseo, colándose en su apertura, donde la más ardiente humedad lo esperaba, impregnándose de ella buscó el botón delicado del deseo, mi clítoris, que esperaba exasperado ser acariciado, en un vaivén de movimientos circulares, suaves e intensos, alteró todo mi ser, ya no tenía consciencia , solo era mi cuerpo, la luz de las velas y su voz... Los músculos de mi cuerpo se contraían entre sacudidas de placer, ambos estábamos al límite, podía oír sus fuertes jadeos como si estuviera allí mismo, envueltos en una pasión desmedida, entre espasmos y convulsiones por el más intenso de los placeres que jamás pudiéramos haber imaginado, en un último esfuerzo nos abandonamos al deseado clímax, fuerte, intenso, único... Mientras se apoderaba de mi pude sentir como un inmenso orgasmo le agotó por completo hasta su propia voz, solo quedaron los gemidos sofocados de ambos como consecuencia de una de las mas deliciosas de la experiencias vividas por los dos. En la calma, me preguntó: - ¿cómo estás? yo me eché a reír, pues en ese momento fui consciente de mi verdadera situación, estaba totalmente atravesada en la cama, me incorporé, mis piernas colgaban por unos de los laterales, aun confundida, aun impactada, sensible en extremo...volvió a preguntar - ¿Qué haces? ,contesté, -estoy sentada en el borde de la cama, -¿Cómo estás ahí?, -No lo sé... El soltó una sonrisa y de nuevo haciéndose el dueño absoluto de la situación, el dueño absoluto de mi voluntad con esa voz dulce y penetrante que todo lo puede y se apodera de mí, añadió: -Túmbate de nuevo, aun no hemos terminado amor... Hoy es nuestra noche, hoy quiero saciarme de tu fuego...
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