Saborearon su cena. Bebieron. Y desaparecieron. No se fueron sin pagar. No: sus abrigos están ahí. ¿Dónde se metieron? De repente, alguien los ve salir del baño. A los dos juntos: ella y él. Sigilosos. Tratando de disimular. Pero sonrientes. Es que se dejaron llevar por los estímulos del ambiente y el menú, y no pudieron resistir la tentación. Al fin y al cabo, esa es la propuesta en Te Mataré Ramírez, el sitio que invita a vivir una noche erótica en Buenos Aires.
"Un restaurante temático con vocación de teatro". Así lo define su creador, Carlos Di Cesare. Amante del arte erótico, construyó un ámbito donde desde las pesadas cortinas rojas y los almohadones de diferentes texturas hasta las muestras de fotos insinuantes y las melodías que suenan de fondo contribuyen a generar un clima de erotismo y romanticismo al mismo tiempo.
Entrar a Te Mataré Ramírez (hay locales en dos barrios porteños: Palermo y Caballito), es meterse en un paisaje muy rojo. Sillas, sillones, manteles, lámparas. todo rojo. Y la verdadera aventura erótica comienza al leer el menú. Entre textos picantes de Isabel Allende o Mario Vargas Llosa, aparecen los nombres de los platos. "Tus dedos en mi sexo", "tu lengua sobre mis labios": es lo que deberá pedirle al camarero quien desee comer un medallón de lomo sobre un colchón de berenjenas grilladas, con porotos aduki y panceta ahumada. O quizás haya antojo de lasagna de vegetales con una suave crema de hierbas; entonces habrá que ordenar "Enardecida ruego que te derrames en todo mi cuerpo."
"Lo primero que aparece cuando la gente se sienta y empieza a leer estos nombres es la risa. Esa risa es como un primer ejercicio para ir soltándose y ablandándose, liberándose. Adquiriendo coraje y libertad para introducirse en el mundo de las sensaciones sensuales, eróticas. La imaginación es el afrodisíaco más poderoso, y todos nuestros cañones apuntan a eso", relata Di Cesare, a cargo de las noches eróticas porteñas desde hace 14 años. "Poco a poco, transitando el humor, empieza a ser aguijoneada la zona erótica, la zona sexual. Empiezan a surgir fantasías. Empiezan a levantarse las barreras de las inhibiciones". Cuando llega el momento de pedir el postre, ya nadie se sonroja al pedir Sudores de niña virgen (o frutas de estación, con merengue y helado de limón).
No es que estos platos tengan efecto afrodisíaco en sí mismos. No existe tal cosa. Pero entre paredes rojas y techos con espejos, un nuevo sabor puede surtir efecto. "Lo hará en la medida que uno se entregue al juego", explica el especialista. Y su teoría se confirma en la práctica. Desde los sillones, una dama cuenta que su plato predilecto es 'Con dos mujeres', una receta asiática agridulce, con daditos de pollo preparados con jerez, jengibre fresco rallado y jugo de pomelo. "Cuando lo comí estaba convencida de que era afrodisíaco. ¡Y tuvo efecto!", garantiza.
Claro que para elevar las dosis de erotismo no basta con estimular el paladar. Por eso, la velada erótica se completa con espectáculos subidos de tono pero sin abandonar el terreno de lo artístico. Las noches de jueves, por ejemplo, se llenan de títeres libidinosos. Los muñecos cobran vida por obra del grupo de actores '69' a la cabeza. Así, un Robin activo y un Batman pasivo pueden mostrarse muy acalorados sobre el escenario. O un trío entre una dama, su marido y el fontanero se expone -entre gemidos- sin tapujos. Después de los aplausos, más de una pareja se retira apurada. La velada surtió efecto y es momento de ir a otro lado.
Los amantes, seguramente, volverán otro día. Para probar más opciones del erótico menú o para asistir a los talleres que enseñan, precisamente, a ser mejores amantes. Las opciones incluyen talleres para aprender a besar o adquirir técnicas de seducción. En octubre, por ejemplo, las mujeres con ansias de sorprender podrán asistir al taller de streaptease. Celine Stajcer, especialista en Ceremonial Social, dará clases teóricas y prácticas, con lencería y disfraces a disposición de las alumnas. De lunes a sábados, sólo por la noche, las cortinas rojas de Te Mataré Ramírez se levantan para que comience la velada erótica. Gente "de todos los sexos conocidos" y de todas las edades ("Puede llegar a venir una pareja de 70 años", asegura Di Cesare) se anima a probar. Una vez inmersos en el juego, cada uno pondrá sus límites. "Ha pasado en el primer piso, más oscuro, de tener que quedarnos cerca de las mesas porque era tal la intensidad de los ardores que había que estar alerta -recuerda el mandamás- En una mesa por ahí hay sexo manual. Pasan cosas. Ha sucedido en alguna ocasión que habiendo dos mesas, una al lado de la otra, se fueron juntos los cuatro.". ¿Adónde? No se sabe. Pero nunca falta quien pregunta dónde queda el hotel alojamiento más cercano.
Fuente: http://www.revistaoyc.com.ar/