El tiempo no existe cuando mis manos tocan su cuerpo.
Pasión desnuda que abriga mis versos y me quema en su fuego,
cómplice carnal que despierta la urgencia de invadirle rasgando el placer.
Interminable sentir que me sacrifica completa y me vuelve indomable, sumisa, indecente, pudorosa, tierna, violenta…
Me estremece en su piel devorando sus ansias, adivinando deseos,
tormenta de roces que habita en mi hambre y se torna en caricias,
lujuria liquida en la fiebre que deliran los surcos de los labios,
en mi lengua, que es la amante insaciable que nutre la geografía de su sexo,
ritual que absorbe gota a gota la entrega a su abandono
entre volutas de suspiros que clavan su aliento tibio en mis senos,
melodía quebrada que me impregna en el lienzo de su voz.
Morir y resucitar en él, es la convicción que me lleva amarlo después de amar...